lunes, 2 de mayo de 2011

Ser superdotado no siempre es una ventaja en la escuela




Si la superinteligencia no es detectada a tiempo, puede ir acompañada de serios problemas escolares y de adaptación

Los chicos con alto cociente intelectual necesitan apoyo y contención de padres y maestros







Su inteligencia sobresale entre los chicos de su edad. Apenas empiezan a hablar hacen preguntas que sorprenden por su profundidad. Aprenden solos a leer y a veces a escribir. Se expresan como adultos. Son superdotados, pero chicos al fin. Y si no se los detecta a tiempo y se les da la atención particular que necesitan, pueden tener problemas de adaptación en la escuela y otros ámbitos de su vida.

"La inestabilidad emocional y el fracaso escolar son típicos de los chicos superdotados", explica la psiquiatra Beatriz Bakalarz, del comité de Salud Mental y Familia de la Sociedad Argentina de Pediatría. "El problema es que muchos padres creen que sus hijos son tan inteligentes que no necesitan ayuda en nada y se las pueden arreglar bien. Pero su desarrollo emocional no es igual al intelectual. En lo afectivo necesitan tanto apoyo como otros chicos de su edad. O más", remarca.

Según Bakalarz, "es importante que los padres no los presionen. Son muy sensibles y necesitan que los acompañen. No hay que exigirles más de lo que pueden dar, porque pueden sentirse presionados y no permitirse nunca un error. Esto puede provocar neurosis u otros síntomas".

Bakalarz agrega que, además de la contención familiar, en muchos casos puede hacer falta apoyo psicológico o psiquiátrico. "Son chicos que necesitan más atención que otros, pero con una pequeña ayuda pueden salir adelante y tener un gran desarrollo intelectual", asegura

Patricia Robledo, madre de un hijo superdotado, se angustia al contar una anécdota: "Cuando Joaquín tenía 3 años, la maestra del jardín nos citó y nos recomendó consultar un neurólogo porque el nene podía tener alguna patología. Se arrastraba por el piso y sacaba la lengua. Cuando le preguntamos por qué lo hacía, él nos dio toda una explicación sobre las serpientes, que se movían así y así. Ama a los animales y estaba muy interesado en los reptiles. Pero si lo veías arrastrarse, parecía un chico con un problema mental".

Ahora Joaquín tiene 7 años y recién hace un año, después de consultas a pediatras, psicólogos y neurólogos, sus padres descubrieron por qué es distinto: tiene un altísimo coeficiente intelectual.

Pero no todo le resulta sencillo. Joaquín tuvo serios problemas de adaptación al sistema escolar. Lo echaron de dos colegios y les dijeron a los padres que "no tenía capacidad para aprender". Ahora va a una escuela para talentosos. Y en segundo grado divide números de tres cifras y maneja bien las cuentas con fracciones, actividades que suelen hacerse en 4° grado.

En Estados Unidos, Canadá y España estos casos se conocen bien y hay instituciones especiales para los "pequeños genios". Pero en la Argentina, cuando padres y maestros se encuentran con chicos como éstos no saben cómo actuar.

Una de las conclusiones de la XIV Conferencia Mundial sobre este tema, que se realizó en Barcelona hace semanas, fue la de "dar mayor importancia a la identificación de alumnos superdotados. Que se realice en una edad temprana y no cuando aparezca algún problema o una situación de fracaso escolar en la adolescencia".

A principios de los 90 se armó en Buenos Aires una fundación de padres y luego el Instituto para la Creatividad y el Talento, una escuela primaria privada organizada especialmente para estas inteligencias enormes metidas en pequeños cuerpos.

"Mis hijos eran muy distintos y me costó mucho entender por qué —explica María Cristina Gazzola, fundadora de esa escuela—. Cuando hablabas con ellos, si cerrabas los ojos pensabas que eran chicos de 12 o 13 años, pero no tenían más de 5 y usaban un vocabulario muy avanzado. Yo no sabía cómo manejarlos".

La psicóloga Mariela Vergara Panzeri, de un centro para el desarrollo del alto potencial, explica: "La entrada a 1er grado es un momento difícil para estos chicos: tienen grandes expectativas, pero cuando llegan ya saben leer y escribir. Entonces se aburren y les cuesta adaptarse".

Según Vergara, se ven actitudes distintas, de acuerdo con cada personalidad. "Algunos chicos no pueden quedarse quietos. Los maestros se enojan, no saben qué hacer con ellos. Otros tratan de asemejarse a los demás para pasar inadvertidos. Para no sentirse distintoscopian los errores de sus compañeros, se vuelven sumisos. Y no pueden desarrollar todo su potencial". Muchas veces, agrega, "esto lleva al fracaso escolar. Es que las escuelas no respetan las necesidades de estos alumnos".

Emiliano Dalmati tiene 11 años y está en 6° grado en el Instituto de la Creatividad y el Talento. Ya está aprendiendo nociones de física, como hidrostática, que figura en los libros de 3er año del secundario. Pero lo que más le gusta es la historia y la literatura. "Estoy escribiendo una historia de aventuras y voy por el capítulo 8 —cuenta—. Antes hice una de 26 capítulos. Esta no sé cuántos más va a tener".

Con una sonrisa tímida, Emiliano cuenta los libros que leyó en los últimos meses: 5 de historia de Egipto y uno sobre Alejandro Magno. "Se queda todas las noches hasta tarde —se queja Patricia Marinelli, su mamá—. Es un fanático de la lectura".

La psiquiatra Lucila de Agnese, jefa de Psicopatología infanto juvenil del Hospital de Clínicas, sostiene que "es importante que no se los aísle, que estén en contacto con chicos que tengan un coeficiente intelectual promedio". Según esta especialista, "si se les da una contención adecuada, estos chicos suelen tener una evolución muy interesante".




(Artículo por: Carolina Brustein, Página web: http://edant.clarin.com/diario/2001/09/08/s-04215.htm>>>>>Nombre de la página: Clarín)

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